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domingo, enero 24, 2010

A destiempo

La renuncia de Camilo Escalona a la presidencia del PS es tardía. Además, señala una dirección equivocada para el socialismo e, indirectamente, para la Concertación. Escalona se negó a renunciar cuando se necesitaba un golpe de efecto. Lo hizo cuando se precisa discutir sobre ideas y no sobre personas. Con su alejamiento, en vez de buscar la renovación a partir de la exitosa experiencia de los últimos años, el socialismo parece buscar su identidad histórica en la lucha contra la dictadura.

Cuando las voces y silbatinas pedían la renuncia del timonel del PS después de la primera vuelta, Escalona se aferró a su puesto alegando ética de la responsabilidad. Para que Frei demostrara que escuchó la voz de la gente, la renuncia de los timoneles de los partidos oficialistas era un acto de expiación inmediato, un gesto necesario, no suficiente. Se requería también el reconocimiento de haber extraviado el camino. Después de la derrota, la renuncia de los timoneles es extemporánea.

Los partidos de la Concertación tienen ahora tiempo de sobra para debatir ideas y consensuar una estrategia común. Al renunciar, Escalona desata una guerra civil que tendrá más sangre que argumentos, más cuchillos que documentos ideológicos. Escalona igual debía dejar la dirección del partido en diciembre. Al alejarse ahora da un golpe preventivo contra aquellos que quieren renovar el partido y no sólo cambiar los rostros en la directiva.
El mensaje de Escalona y de sus aliados que se preparan para sucederlo al mando del partido es más preocupante.

Anticipando que Piñera mantendrá el modelo social de mercado, el socialismo parece querer asumir posiciones más duras. La presencia de diputados comunistas forzará al socialismo a adoptar posturas contra las mismas políticas que defendió en los cuatro gobiernos de la Concertación. Libre para criticar todas las políticas de socialdemocracia con las que no comulgó -pero aceptó y defendió con sentido de Estado-, Escalona señala un giro a la izquierda como el mejor camino para recuperar el poder.

Inevitablemente, esta tentación alcanza también a los otros partidos de la Concertación. Osvaldo Andrade, el ungido de Escalona para tomar las riendas del partido, cree que la mejor vía para volver a La Moneda es la de la izquierda dura.

Desconociendo que los gobiernos de Lagos y Bachelet fueron exitosos precisamente porque lograron avanzar ideales socialistas de igualdad y justicia con herramientas moderadas y con una lógica de pragmatismo y gradualidad, piden volver a las raíces de la izquierda combativa.

La principal noticia que emanó del comité central del PS ayer es que el socialismo sigue viendo en Allende, mucho más que en Lagos o en Bachelet, a su principal líder histórico y a su fuente más importante de inspiración.

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