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jueves, diciembre 17, 2009

MEO y su futuro

Por Ricardo Israel

Nunca se me ha olvidado lo que escribió en la primera clase el Director de un Diploma en Encuestas que hiciera hace muchos años en Inglaterra: “Las encuestas sirven para todo menos para predecir resultados electorales”.

Por ello, acudo en cada elección a una notaría y dejo un sobre con mis predicciones, en las que no solo se utilizan los datos de las encuestas sino también y mucho más de insumos interpretativos y cualitativos (por eso es bueno lo que está haciendo Huneeus y el Cerc). En la última le apunté con el 44% de Piñera y el 6% de Arrate, pero en los otros dos no, al darle a Frei tres puntos que en verdad eran de Marcos Enríquez Ominami. En otras palabras obtuvo más votos de los que esperaba.

Lo anterior es tan solo una introducción para lo que quiero resaltar: su resultado electoral fue simplemente espectacular, en un sistema tan petrificado como el chileno. El mejor que se ha conocido para un independiente desde el triunfo del General Carlos Ibáñez en 1952, pero con una trayectoria de décadas.

Dicho lo anterior, la pregunta es ¿y ahora qué?, y al intentar responderla, el 20% se pone difuso y pierde resplandor.

En primer lugar, a la enorme cantidad de votos hay que oponerle el hecho que no obtuviera ni siquiera un parlamentario entre quienes lo apoyaban, con derrotas tan sonadas como las de su padre y las de ex diputados ( independientes, y el PRI demostraron que era posible hacerlo desde fuera de las alianzas principales).

En segundo lugar, lo anterior lleva al problema de si el apoyo recibido en las urnas fue tan solo la expresión de una gran protesta o estamos ante el amanecer de un nuevo proyecto. La duda es legítima, toda vez que sin presencia parlamentaria se va a hacer difícil marcar presencia y sobrevivir hasta la próxima elección. De hecho, lo entendió el Partido Comunista que a pesar de su fortaleza en educación y en los sindicatos, debió llegar a un acuerdo con la concertación para regresar al parlamento. Le pasó a Fra- Fra, que no pudo mantener su 15% y su movimiento solo llegó al Congreso a través de una circunscripción cerrada para él y un distrito para su señora, para desaparecer después.

En tercer lugar, el anuncio de un movimiento llámese o no en definitiva “Copihue” tampoco clarifica las respuestas, toda vez que parte del éxito de MEO radicó en la amplitud de un movimiento que incluyó desencantados de la concertación, pero también desde liberales hasta ex miristas. El problema es que cuando un movimiento de protesta se transforma en una propuesta política, se adoptan posiciones y ello aleja la ambigüedad, y por lo tanto, se resta gente cuando existen propuestas concretas en una variedad de temas.

Lo anterior se ejemplifica en el hecho que ahora fue consecuente al decir que no respaldaba a ninguno de los dos candidatos que pasaron al 17 de enero, pero si existiera un partido detrás, inevitablemente debería optar, ya que ello está en la naturaleza de las agrupaciones políticas: tomar opciones y construir alianzas, para que a su vez los electores puedan optar entre las alternativas.

En resumen, espectacular resultado presidencial pero muy mal desempeño a nivel parlamentario, lo que lo deja con pronóstico reservado, ya que enfrenta el problema de un recorrido por el desierto hasta la próxima presidencial, y como lo saben todos, cuatro años en política es una eternidad.

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